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domingo, 6 de junio de 2010

Poemas de Guerra - Introducción

Datos generales del fic:

Autor: Nira Vancopoulos
Título: Poemas de Guerra
Género: Suspenso, Romance, Tragedia, Acción, Universo Alterno
Ánime: Saint Seiya
Número de capítulos: Indefinido
Año: 2010

Aclaraciones:

1) No sigue la línea temporal de SS, es decir, olvídense en si es después o antes de algún suceso del manga/ánime (pueden tomarlo como un universo alterno si así lo desean).
2) Se dividirá en "poemas" (de ahí su nombre) que a su vez se dividirán en capítulos y estos, en ocasiones, en subcapítulos.

Espero que este fic sea de su agrado.  Si me llego a tardar en la publicación de algún capítulo téngame paciencia ya que suelo caer en bloqueos en los que no puedo escribir absolutamente nada, y por si fuera poco nunca sé que tanto me puedan durar u_u, pueden ser de unos dias hasta incluso meses u_u.  Comentarios, críticas constructivas son bienvenidas =).
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INTRODUCCIÓN

Milo despertó de golpe. El lugar en el que se encontraba se le hizo completamente extraño; un cuarto sencillo de un color amarillo pastel y el techo blanco y rugoso. Volteó hacia ambos lados para así ver mejor el lugar en el que se encontraba, pero al no hallar nada ni nadie conocido, se sentó en la cama. Al momento, un fuerte dolor en la cabeza se hizo presente, lo que lo obligó a llevarse una mano a la sien. En eso, la puerta de la desconocida habitación se abrió.
-¡Despertaste! -dijo una chica emocionada. Su cabello era largo, hasta las rodillas y azul marino, ojos verdes y grandes, mirada muy expresiva, piel morena clara y las facciones de su rostro eran muy delicados. Lentamente se acercó a él. Milo sólo la miraba extrañado, no la conocía, pero ella a él sí... tal vez era una caballero femenino del Santuario sin su máscara y él se encontraba dentro del cuarto en el que ella dormía. Pero eso era ilógico y absurdo. Todas ellas tenían prohibido llevar a un hombre a esa zona del santuario y, la que desobedeciera esa orden, era castigada con severidad. En muchas ocasiones llegaban a morir por la gravedad de las heridas y en otras tantas permanecían en cama durante días e incluso semanas. Por esa simple y sencilla razón, Milo sabía que estar en el lugar de entrenamiento de las caballero femenino era una idea absurda y estúpida, además, la chica que tenía frente a él no tenía ninguna señal de ser una amazona del Santuario; usaba un vestido corto, sencillo y ligero a la vista color verde y no la clásica ropa que ellas solían llevar para entrenar. Sabía de antemano que en la fuente no se encontraba y mucho menos en su templo o en el de alguno de sus compañeros. Donde quiera que se encontrara… no estaba dentro de los terrenos del Santuario... y eso era alarmante.
-¡No lo puedo creer! -exclamó ella; asombrada, emocionada y feliz, la voz le sonaba quebrada y su mirada esmeralda estaba vidriosa por las lágrimas que amenazaban con salir debido a la enorme alegría que la invadía en ese momento, y eso sólo lo desconcertó más-. Los doctores me decían que perdiera las esperanzas pero...
-¿Qué? -logró preguntar estupefacto, no daba crédito a lo que escuchaba.
-Has estado durmiendo durante años, Milo -respondió y se sentó en la orilla de la cama sin quitar esa enorme sonrisa de su rostro-. Cuando te vi, tirado en el suelo, con una profunda herida en la cabeza, pensé que...
-¿Quién eres? -la interrumpió, serio. La sonrisa de la chica desapareció al instante y se levantó bruscamente de donde estaba. Varias lágrimas amenazaban con salir de sus verdes ojos, pero eso a Milo no le importó, sólo quería saber quién era ella y cómo demonios había dado a ese lugar.
-Soy tu hermana, Milo -su voz sonaba quebrada y temblorosa- ¿Qué no recuerdas a tu hermana mayor Mylene?
-Yo no tengo hermanas ni hermanos -respondió Milo frío y mirándola fijamente. Mylene dio un paso hacia atrás, visiblemente dolida.
-No puedes estar hablando en serio...
-Me voy.

Milo se levantó de la cama, pero al momento de estar en pie, le dio un mareo. No le tomó mucha importancia y se encaminó a la salida del cuarto.
-¡Espera, Milo! - exclamó Mylene alarmada y se puso a su lado, tomándolo del brazo-. ¡No puedes irte así!... acabas de despertar después de mucho tiempo... tus piernas aun están débiles al igual que el resto de tu cuerpo y si te vas, tú... yo -Milo se zafó de la mano de Mylene y la volteó a ver molesto-. Milo...
-¿Dónde está? -preguntó de pronto, irritado.
-¿Dónde está qué, Milo? - respondió ella intrigada y confundida por la pregunta.
-La armadura que traía puesta.
-¿Armadura? - Mylene se intrigó más.
-Sí, ¿Dónde está? - preguntó Milo nuevamente quien ya empezaba a perder la paciencia.
-Lo siento, Milo, pero no sé de qué me estás hablando -Milo perdió la compostura y la tomó de ambos brazos con violencia. Mylene se asustó ante eso.
-No mientas.
-En serio, Milo, no sé de qué...
-¡No mientas! - alzó la voz.
-¡No sé de qué me estás hablando! -gritó Mylene mientras intentaba zafarse. Milo volvió a controlarse y la soltó.
-Lo siento -se disculpó.
-¿Qué fue lo que soñaste mientras estabas en coma? -preguntó Mylene al borde del llanto sin dejar de mirar al suelo y sobarse los brazos.
-Yo nunca he estado en coma -Mylene volteó a verlo. En su mirada se notaba claramente lo destrozada que se sentía por todo lo que acababa de acontecer.
-¿Tan... tan real fue ese sueño que... que piensas que es verdad?
-No fue ningún sueño.
-Ninguna persona usa una armadura hoy en día, Milo... sólo los niños en sus fantasías y los adultos en sus sueños... pero no en la vida real.
-No fue ningún sueño -dijo más para sí mismo que para Mylene. Una pequeña parte de él estaba creyendo lo que ella le estaba diciendo, pero era imposible que él lo hubiera soñado todo... todas esas cruentas batallas... todos sus compañeros... Athena... Y entonces cayó en la cuenta de que ese cosmos cálido que despedía Athena no lo sentía en ese momento siendo que siempre era así. Tampoco sentía el cosmo de alguno de sus compañeros. Sin decir una sola palabra, Milo salió de la habitación, dejando a Mylene con la palabra en la boca. Después de varios pasos, se percató de que estaba en un hospital y que traía puesta una bata gris azulada de mangas cortas y el largo hasta las rodillas. Se regresó de nueva cuenta a la habitación en la que había estado hacia unos momentos.
-¿Dónde está mi ropa? -preguntó Milo mientras buscaba desesperado por todo el cuarto, aventando todo lo que se le cruzara en su camino al suelo. Mylene se dirigió a una puerta que se encontraba al lado del baño y sacó una playera negra de manga corta y un pantalón de mezclilla pulcramente doblados.
-Toma -respondió y se la tendió. Milo simplemente la tomó y con la pura mirada le dijo a la chica que se saliera de ahí.

Cuando terminó de cambiarse, salió del cuarto y esta vez no se detuvo hasta que hubo salido del hospital. Todo afuera parecía normal, nada fuera de lo ordinario, pero tenía que comprobar que el Santuario siguiese ahí, si iba para allá seguramente todas sus confusiones terminarían y se daría cuenta de que todo lo que Mylene le había dicho no eran más que mentiras con el único propósito de confundirlo y hacerle pasar un mal rato. Iba a emprender su camino hacia allá cuando escuchó a Mylene atrás de él.
-¿Adónde piensas ir? -le preguntó algo alterada.
-A mi casa - respondió Milo de mala gana sin voltearla a ver.
-Te acompaño -dijo Mylene algo entusiasmada. Milo volteó a verla de reojo.
-No -respondió y se fue.

Milo no sabía a ciencia cierta dónde se encontraba, lo único seguro era que estaba en Atenas, Grecia, pero en qué lugar exactamente de la ciudad, no. De todos modos eso no era importante, ya había vislumbrado la montaña por la que uno subía para llegar al Santuario y llegar a ella no era nada complicado sabiendo más o menos donde se encontraba. Lo difícil sería perderse de Mylene quien no dejaba de seguirlo, aunque lo más seguro era que la muy ingenua pensaba que él no se había dado cuenta de su presencia y eso le facilitaría mucho las cosas. Milo caminaba sin rumbo fijo, con pasos largos y rápidos, fingiendo estar muy seguro de a dónde iba. Inmediatamente después de haber salido del hospital, cruzó la avenida Vasilissis Sofias y siguió derecho. Tres cuadras más allá del hospital cruzó la calle Anastasiou Tsoja; caminó media cuadra en la misma dirección y dio vuelta a la derecha, avanzando por la calle Pantón. Justo cuando llegó al otro extremo de la avenida Alexandras, el semáforo cambió del rojo al verde y de esa sencilla forma logró perderse de Mylene ya que el tráfico en ese momento era considerable. Una cuadra más adelante dio vuelta a la izquierda y se fue derecho hasta llegar a donde él quería. Se le quedó viendo por unos segundos y comenzó a subir, seguro de que encontraría el Santuario tal cual como lo había dejado esa mañana... o la última vez que lo vio, porque a esas alturas no estaba seguro de cuánto tiempo había pasado dormido en esa extraña habitación. Se percató de la incomodidad que le producía la ropa que traía puesta; no estaba acostumbrado a usarla y las raras veces que se vestía así sólo era cuando tenía que bajar del Santuario a comprar lo que pudiera hacer falta en su templo, que generalmente era comida. Incluso le resultaba mucho más cómoda la armadura que esa ropa; aunque no había nada más cómodo que la ropa que usaba para entrenar.

Conforme se iba acercando al Santuario, más lejana sentía esa incómoda situación en la que se había visto envuelto. Y no dudaría ni un momento en contárselo a Camus, y a Nira, su novia. Esa idea lo hizo sonreír, imaginándose las expresiones de sus amigos mientras él les contaba todo lo sucedido y las seguras carcajadas de los tres al terminar de relatarles todo. Pero esa sonrisa se esfumó en el instante que llegó a la entrada del Santuario. El lugar estaba desierto, la enorme cantidad de soldados que la custodiaban no estaba, de hecho, no había nada en lo absoluto. Las majestuosas columnas que delimitaban la entrada habían desaparecido sin dejar rastro alguno de su existencia. Milo no daba crédito a lo que veía, su expresión era de pura incredulidad y gran desconcierto. Caminó sin apartar su mirada del santuario invisible. Los grandes pedazos de columnas enterradas en el suelo, la enorme cantidad de escaleras, las rudimentarias y pequeñas casas, el majestuoso coliseo, las doce casas del zodiaco, la bella fuente de Athena, la sagrada y enorme estatua de su diosa, todo lo que hacía al santuario, todas las personas que ahí habitaban. Todo había desaparecido... absolutamente todo. El viento comenzó a soplar con más fuerza en esa pequeña y desolada parte del mundo, siendo únicamente detenido por un Milo absorto en sus pensamientos, sin poder dar una explicación lógica a lo que veía: nada. En lugar del Santuario no había más que un pedazo de tierra árida, con algunas plantas típicas de los lugares secos y una gran cantidad de piedras de todos los tamaños; desde las que podían confundirse con un grano de arena hasta las enormes que servían de asiento, o, inclusive, de una incómoda cama no apta para personas altas o con problemas de espalda. Y entonces una nueva duda lo embargó ¿seguiría conservando su cosmo? No podía sentir ninguno, ni el de su diosa que siempre se sentía y más cuando uno se encontraba en el Santuario. Milo cerró los ojos y se concentró para elevar su cosmoenergía y realizar su técnica. Pero nada pasó. No sintió absolutamente nada. Se miró su mano derecha asustado y sorprendido al ver que su uña seguía igual. Volvió a entornar su vista al lugar en el que había vivido por muchos años y que ahora no se encontraba.
(Estuviste en coma durante años)
Milo se llevó ambas manos a la cabeza, no quería creer en esas palabras, ni siquiera pensar en ellas,
(Has estado dormido durante años, Milo)
se negaba a aceptar esa realidad.
-Esto debe ser una pesadilla -se dijo a sí mismo, intentado convencerse de que era un mal sueño y nada más; que pronto despertaría y se encontraría en su templo, acostado en su cama, muy posiblemente con una venda en la cabeza... Milo abrió los ojos de par en par y despegó un poco sus manos de la cabeza. Si, algo le debió haber pasado antes de despertar ahí, no podía haber otra explicación. Sólo cabía hacerse una pregunta, ¿qué le había pasado y que tan grave pudo haber sido para tener un sueño tan vívido como ese?, ¿en cuánto tiempo despertaría?... bueno, eran dos, pero ambas igual de importantes. Se dirigió a una piedra de considerable tamaño que se encontraba a varios pasos de él y se sentó en ella. Si eso era un sueño, entonces nada grave le sucedería si se quedaba ahí mientras despertara; sólo se aburriría, nada más.
-Que alguien me despierte, por favor –imploró al aire como si él fuera capaz de hacer algo al respecto…

sábado, 5 de junio de 2010

Y después de un año me digno a escribir aquí ^^U

Hace un año cree este blog por un proyecto de radio en un foro de Saint Seiya, pero jamás me digne a escribir nada, en parte porque simplemente lo hice debido a que la pagina promotora de dicha radio estaba aqui en blogger y me dijeron que lo hiciera, y por otro lado porque no sabía que poner... hasta el dia de hoy ^^U.

Decirles bien bien que pondré aquí es algo imposible porque ni yo misma sé ^^U, puedo publicar algunos de mis fics, wallpapers que haga, renders, letras de las canciones que me gustan/frikean en el momento, videos que suba al youtube (que seguramente seran las canciones que me frikean pero que por alguna extraña razon no estan en el youtube) y lo que se me vaya ocurriendo, como les digo no hice este blog con una idea clara en mente, simpleme surgió por lo de la radio y en aquel entonces no tenia muchas intenciones de usarlo (me sorprende que haya sobrevivido tanto tiempo =O). Pero ahora es diferente, he estado haciendo varias cosillas que puedo compartir mas alla del youtube, Fanfiction o Deviantart, por poner algunos ejemplos.

Mi nombre en la red es Nira Vancopoulos (aunque en algunos sitios se me conoce tambien por Leni_de_Escorpion, pero son muy pocos =/) y soy friki xD (sono a confesion de AA ^^U) y les doy la bienvenida a mi blog desde el hermoso (pero peligroso T_T) país de México ^^.